Dos razones
I
Primero, me llama mi hermano. Y como cada vez, me dice algo falso. Me dice que se quedó sin nafta volviendo de la playa y que lo tenía que auxiliar. En seguida me di cuenta de que estaba en la calle, por el ruido de los coches. Después me dice que estaba filmando una película. Así, de la nada. Que no tenía tiempo para explicarme, pero que estaba dirigiendo una película. Rarísimo. Él es gerente de ventas en una empresa. Nada que ver.
II
Acto siguiente, es de tardecita. Una tarde otoñal. Creo que el otoño es mi estación favorita. Yo pensaba que era la primavera, pero no. Evidentemente es el otoño. Siempre que escribo lo evoco, en mis sueños también. Siempre es otoño. No sé por qué. Volviendo; es de tardecita. Estamos en lo que debe ser el set de filmación. Una casa, más bien una cochera. Que en otro momento del día debe funcionar como una peluquería. Pero una peluquería de barrio. Año 97, con butacas giratorias de fundición. Pesadas, inamovibles, que son aprovechadas para un camarín improvisado.
III
Los actores y actrices están afuera. Yo llego y me miran con desconcierto. Como miran los artistas, a la primera persona que los recibe, cuando trabajan en un evento privado. Estamos en una ciudad que no es muy grande como para no conocer a sus actores. No conozco a ninguno. -Bingo- me digo a mi mismo y sonrio-No son actores, más bien son “no actores” como me gusta llamarlos.
La mayoría tiene entre 20 y 27 años. Hay además gente que no sé qué está haciendo en el set, porque realmente no los veo hacer otra cosa que ir y venir. Son como los bots de este sueño. En la puerta del garaje devenido en locación. Hay un tablón enorme, en donde todas las bestias alimentan su ego con sangüchitos de miga y gaseosa natural. Comen y hablan de actuación como si supieran.
IV
Puedo verme desde afuera, como que si fuese esa la “verdadera película”. Observo que no hay cámaras alrededor. Sospecho que todo lo que estoy viendo se está registrando. Que la cámara en realidad soy yo y que el que está viendo todo no soy yo. O más bien soy yo, y a quien veo y creo que soy yo, pues, no “es yo”.
V
Todo marcha bien. Por unos minutos. No voy a contar cual es realmente el chi de mi sueño, porque eso lo convertiría en otra cosa. Bueno, voy a tratar de no contarlo. Dejo mi mochila en el suelo. La mochila es la que uso cada día. Una verde con abrojos.
VI
Segundo; mi hermano me convocó a actuar. Pero lo hizo el mismo día. Como quien te llama a las 20.40 para completar un futbol 5 a las 21. Voy igual. “Veni con lo puesto” me dijo. A todo esto cuando llego él no está. Raro en él porque siempre fue puntual –pienso-. Busco con la mirada, y nada. Me digo, bueno, tal vez es temprano. En eso escucho una voz que se presenta con nombre y apellido. Me sonaba tan familiar que pensé que hasta la seguía en instagram. Ahora imposible recordarlo. Pero bueno, el caso es que nos llaman a filmar. Solo participábamos de la escena una chica y yo.
VII
Yo tenía que atravesar una puerta para entrar a la escena. No sabía cuándo, ni cómo, ni qué tenía que decir. Tampoco cuestioné esa condición. “Toma 1. Acción”. Todos los no actores agolpados en la puerta (que yo debía cruzar) observando el rodaje. Me fastidio. Al toque. Permiso, permiso – digo tímidamente-. Nadie cede. Están tan maravillados de lo que están viendo que no comprenden que el silencio es vital en el rodaje. Evidentemente no importa. O solo a mí me importa. Les pido que hagan silencio, me miran mal. Pido permiso, no me lo dan. Me las arreglo para cruzar. Pateando cajas entro en la escena. Un paso y medio y….Corte!! Grita alguien, que no es mi hermano. Tal vez se confundió y en vez de director es el productor-pienso-.
VIII
“Entra con ganas” me dice una voz que parece la de gran hermano. "Toma 2. Acción- gente, hagan silencio así no se puede” reza una señorita entre el tumulto de los no actores. En ese momento siento un cuerpo extraño en mi boca. Algo suelto. No tiene sabor. Es duro. Un grano de maiz pienso. Sabor a sangre. Un diente. Un diente que se parte transversalmente. Y yo que lo escupo ¡qué vergüenza! –me digo-. Justo después recuerdo haber soñado que un diente se me caía, me consuelo pensando que seguramente esté soñando. Sigo durmiendo-como Dicaprio con el trompito-. En realidad esa orden y ese pensamiento también eran parte del sueño. Doy otro paso y escupo dos dientes, enteritos, blancos y relucientes.
IX
¡Por dios! Esto no puede ser real. Pablo (mi dentista) me va a matar-pienso (ahora sí) preocupado-. Evidentemente mi cara de preocupación es notable. Ya no me veo desde afuera, sino que volví a estar dentro de mí. Y vivo todo en primera persona de nuevo. Como en un juego de battle royal. Bajo la mirada y veo 3 dientes y una luz cenital que los atraviesa, la pute merde! Son como piedras preciosas. La luz los atraviesa y proyecta en el suelo colores hermosos. Levanta eso! –me digo a mi mismo- o sea, no a mí mismo, sino al yo que estoy soñando que se le caen los dientes. Los levanta. Como quien levanta del suelo algo que nadie debía ver. Algo inaceptable. Incluso me pienso en los zapatos de cualquier no actor y me digo: que horror! Pobre tipo. Pero bueno, resulta que el tipo soy yo. Y que esos dientes son mis dientes.
X
Y sigo pensando y transitando el sueño y se me siguen cayendo los dientes. Y voy apurado al baño para ver si es real. Me paro frente la pileta y no me atrevo a levantar la mirada. Al fin junto coraje para verme al espejo pero no puedo sonreír. Será que tengo tan asociada la sonrisa a los dientes que creo que una sonrisa sin dientes no es una sonrisa?-me pregunto ya despierto-. Bajo la mirada por miedo a estar realmente desportillado. Abro la canilla y me lavo las manos. Abro la boca y se me caen tres dientes. Esto no puede ser-pienso, pero no lo digo por miedo a que se me caiga otro diente-.
XI
Junto los dientes que me faltan y me los meto en el bolsillo delantero de un jean. En la realidad bermudas. Salgo como si nada. Y me convenzo de que estoy transitando un sueño. Entonces se acerca una amiga de la secundaria que no veía hace mas de diez años. Me habla como si la hubiese visto ayer y me pregunta si me encuentro bien, sonrío y ella se ríe conmigo. Las risas van in crescendo y son muy falsas. Veo su risa en primerísimo primer plano, el calcio desbordando las paletas. De golpe me veo a mi, en primer plano, sin un diente en la boca. Zoom a la boca. Ruido rosa. Swoosh. Alarma. Deperté.
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